La Navidad de antaño en Arequipa

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navidad antigua Arequipa

«En todos los hogares, en Nochebuena, se com?an las ensaladas. Es m?s, como suced?a con la chicha de frutas, el chancho al horno y las frutas en el carnaval; y con las mazamorras en el Jueves Santo; en Nochebuena, los vecinos y amistades intercambiaban las ensaladas»

y ni?as se dedicaban a juntar latitas descartadas de conservas de todo tipo, que unos quince d?as antes del 25 las llenaban de tierra, donde sembraban granitos de trigo o granos de ma?z y las regaban diariamente.

Niño Manuelito
Que queres comer?
buñuelitos fritos,
Envueltos en miel.?
(Villancico arequipeño, anonimo y popular)

Los maltoncitos, jovenzuelos entre diez y quince a?os de edad, se empe?aban en organizarse en pandillas de adoradores y a premunirse de instrumentos musicales que ellos mismos fabricaban: chin-chines, pitos de lata, flautines y pajarillas. Los chin-chines los hac?an utilizando las tapas corona de bebidas gasificadas a las que quitaban el corcho interior y las hac?an aplastar por los tranv?as sobre los rieles.

Luego, con un clavo y una piedra, les abr?an un hueco por el centro, por el que las ensartaban con una ?tira? de alambre que enseguida entrelazaban en sus extremos hasta formar la bulliciosa sonaja que ?cantaba?: chin, chin; de ah? su onomatop?yico nombre. M?s bien donde los hojalateros compraban las pajarillas, como peque?as copas de lata con tubito y pico silbador, que al ser llenadas con agua y activadas el soplido humano, produc?an dulces gorjeos parecidos a los de los pajaritos.

Faltando una semana para la Navidad, la preocupaci?n de los adultos y sus
fatigas era el armado del nacimiento casero que en todos los hogares se hac?a y, en muchos de ellos, con caracter?sticas monumentales. En estos casos, se proced?a a desocupar una habitaci?n de la casa lo suficientemente amplia y cercana a la puert?icalle. En ella se proced?a a armar una especie de proscenio con la utilizaci?n de mesas, tableros, sillares, estantes, cajas de madera y cuanto sea ?til para obtener superficies a distintos niveles y de s?lida estabilidad.

Despu?s, con el grueso papel de las bolsas de az?car coloreado con ocres terrosos y d?ndoles formas abultadas y arrugadas, cubr?an el improvisado proscenio hasta que tome la apariencia de un inmenso conjunto rocoso.

Igualmente, con papel crep? de color azul, o con el papel de las bolsas de az?car pintadas de un color azulacho, tachonados con estrellas hechas de platina, se cubr?an las paredes que coronaban el conjunto rocoso y que pasaban a ser el cielo.

Listo el escenario y faltando dos o tres d?as para la Nochebuena, sal?an los
maltones y los ni?os de la chacra a conseguir peque?os troncos para armar el pesebre, pajas y espigas de trigo, chambas de pasto que en el nacimiento
simular?an las chacras y hasta piedrecitas para adornarlo. Luego se proced?a a forrar con papel cometa verde las latitas en que se luc?an el alegre verde de trigales y maizales tiernos. Limpios los troncos para el pesebre, se les daba algunos brochazos con pintura blanca a la que se adher?a purpurina plateada, simulando nieve. Una vez seca la pintura se constru?a con los troncos y la paja el pesebre que ten?a las formas de una ramada, o de una chuclla (como un embudo invertido).

Hab?a tambi?n ?curiosos? que con cartones y pintura ?constru?an? portales. Hecho el pesebre se lo ubicaba en la parte m?s alta y central del promontorio rocoso. El 23 o el 24 se proced?a a desembalar las im?genes y figuras del nacimiento familiar que muchas veces eran heredadas de generaci?n en generaci?n y que estaban guardadas desde el nacimiento del a?o anterior. Esta escena familiar era de una ternura incomparable. La madre al descubrir la imagen del Ni?o Dios, pon?a la misma cara de pascua con que vio a su primog?nito reci?n nacido, lo besaba, lo limpiaba y lo hac?a besar en los pies por esposo e hijos.

Lo mismo suced?a con las im?genes de la Virgen y San Jos?. Los ni?os al descubrir los carneritos, el burro, los patitos, los angelitos, la vaca, los soldaditos de plomo, las casitas, las ollitas, las mesitas en miniatura y dem?s, saltaban de contento y entraban de lleno en el para?so celestial de la candorosidad infantil. Liberada la imaginaci?n y puestos por la fantas?a como imaginarios dioses creadores, los miembros de las familias recreaban el mundo en sus nacimientos: con callejuelas de tierra, chacritas de chamba, lagunitas y estanques hechos con espejos o vidrios encimando un pedazo de papel celeste, con carneritos y pastores, con maizales y trigales tiernos, con soldaditos de plomo ordenados en batallones que desfilan. Con ese ba?o purificador, quedaban todos con sus esp?ritus limpios para esperar la Nochebuena.

?Esta noche nace el Ni?o
Entre la paja y el hielo
?Qui?n pudiera Ni?o m?o
Vestirte de terciopelo!?
(Poes?a an?nima que recitan los adoradores de Arequipa)

En la Nochebuena, a la hora en que acostumbraba a comer cada familia, cenaban. Esa noche, era la ?nica del a?o marcada por la tradici?n, para comer las ensaladas.

Las Ensaladas eran variadas, pues las hab?a de liccha, en que el verde oscuro de este vegetal resaltaba los blancos pedacitos de papa que le acompa?aban; la de zanahoria anticipaba la tenue dulzura de su sabor, con la anaranjada exposici?n de su carne a pedacitos; la de palta, con el excitante contraste entre cremosa suavidad verde amarillenta de su pulpa y el picor agresivo de los cuadraditos de cebolla, que se reproduc?a en el aceite, la pimienta molida y el jugo de lim?n que la ali?aba; y la de ?beterraga? como llamaban nuestras madres y abuelas y hasta siguen llamando todav?a, cuando su nombre correcto es: betarraga, que luc?a en la mesa, para despu?s te?ir todo el aparato digestivo de quien la comiese, con su p?rpura intenso; la de pallares, remojados por m?s de veinticuatro horas y cocinados a fuego lento hasta que est?n suavecitos.

En todos los hogares, en Nochebuena, se com?an las ensaladas. Es m?s, como suced?a con la chicha de frutas, el chancho al horno y las frutas en el carnaval; y con las mazamorras en el Jueves Santo; en Nochebuena, los vecinos y amistades intercambiaban las ensaladas. En la gran mayor?a de hogares, esa noche se com?a solo ensaladas; pero hab?a algunos que ten?an por tradici?n familiar acompa?arlas con costillares de cordero fritos. Otros ten?an por costumbre, despu?s de las ensaladas, tomar chocolate acompa?ado con bizcochos.

Llama poderosamente la atenci?n que en la culinaria arequipe?a t?pica haya una noche -?y qu? noche! ? dedicada a las ensaladas, cuando todo el a?o las verduras s?lo sirven, en el mejor de los casos, de adorno a nuestros potajes tradicionales. Esta vieja tradici?n de las ensaladas proviene de tiempo inmemorial en que los cristianos en noches de vigilia no com?an carne.

Despu?s de cenar se acostaba a los peque?uelos de casa, no sin antes hacerlos dejar uno de sus zapatitos debajo del nacimiento para ver si el Ni?o Dios les tra?a el juguetito que le hab?an pedido en carta enviada con la anticipaci?n debida. Unas familias hac?an hora hasta que antes de la medianoche asist?an al templo m?s cercano a escuchar la Misa de Gallo. Otras, prefer?an quedarse en casa ?para hacer nacer? a su Ni?o. A las doce de la noche, entre rezos y canciones, nac?a el Redentor.

En los hogares se marcaba el hecho prendiendo un mayor n?mero de velas en la sala del nacimiento o, en otros casos, seg?n la costumbre familiar, descubriendo al Ni?o del tul o la fina tela que lo tapaba. En la ciudad se echaban al vuelo las campanas de todos los templos y reventaban cohetes y cohetones por doquier. Las im?genes del Ni?o eran a cual m?s preciosas. La mayor?a eran de yeso. Algunas llevaban vestidos de tela bordada, cabellera hecha de pelos naturales. Las m?s valiosas ten?an al Ni?o con la boca
entreabierta en la que se divisaba el paladar de plata (imitando a ?stos, llegaron despu?s los Ni?os cusque?os con espejo en lugar de plata en el paladar).

El 25 muy temprano se levantaban los ni?os de casa, quienes por disposici?n y control de sus mayores guardaban su expectativa y adoraban al Ni?o Manuelito. Despu?s se met?an bajo el nacimiento y sacaban sus zapatos con los juguetes que les ?hab?a tra?do el ni?ito Dios?.

En la Arequipa de anta?o s?lo se regalaba a los ni?os en la Navidad y siempre con juguetes. Los juguetes eran sencillos y casi todos de fabricaci?n local. Las mujercitas recib?an mu?ecas (de trapo, de caucho, o las m?s preciosas que eran de trapo, pero que ten?an la cara, las manos y los pies de ?biscuit?), ollitas, sartenes, peque?os braseritos. Los ni?os recib?an: soldaditos de plomo, trompos, boleros, una bolsa de bolas con tirallos, o carretas hechas con madera. El d?a de Navidad, al mediod?a o por la tarde, era costumbre hacer y comer bu?uelos con miel.

?Buenas noches mi Se?or,
buenas noches mi caballero.
Tengo el gusto de saludarlo
y encontrarlo muy mejor.
Alegr?a y alegr?a,
por el d?a de Mar?a,
de Mar?a y de Jos?.
Las flores del campo,
se han enflorecido
porque el Ni?o Dios
se nos ha nacido?.
(Villancico arequipe?o, an?nimo y popular)

Desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero, todas las noches, las ?Pandillas de Adoradores?, como bandadas de moscardones recorr?an las casas del vecindario, preguntando ?adoramos al Ni?o? Cada pandilla pod?a tener entre diez y veinte integrantes, todos varones y entre los siete y quince a?os de edad.

Desde semanas antes se hab?an organizado bajo las ?rdenes de un ?Capit?n? (generalmente el m?s fortach?n de sus integrantes que estaba en capacidad de qui?ar o golpear a quien no respetaba las reglas del grupo). Admitidos en una casa, proced?an a adorar al Ni?o cant?ndoles villancicos, recit?ndoles poemas y bail?ndoles el celebrado ?A la huachi, huachi torito, torito del portalito. A las bolitas pasando, yo las ir? contando. Huachi, torito, torito del portalito?. El an?nimo repertorio art?stico de los adoradores ha sido mantenido por tradici?n oral desde tiempo inmemorial. Conclu?a la adoraci?n con el villancico de despedida:


?Adi?s Ni?o Lindo,
adi?s Ni?o Amado.
Ya me voy contento
de haberte adorado.
Ma?ana que vengo
te adoro mejor,
con m?s alegr?a,
con m?s devoci?n.
?Ay s?! ?Ay no!
al Ni?o lo quiero yo,
que naci? en pajitas
y muri? en la cruz.?


La familia anfitriona aplaud?a a los adoradores y los agasajaba con alguna
golosina (generalmente con caramelos o galletas, pero casos hab?a en que les convidaban chocolate con bizcochos). Terminaba la visita cuando el jefe del hogar daba al capit?n una propina que ten?a que ser repartida entre todos los de su pandilla. Muchas veces la propina era de tan bajo monto que era imposible repartirla entre tantos, por eso la mayor?a de pandillas acostumbraban a llevar la cuenta de todas las propinas que hab?a recibido el capit?n esa noche y al t?rmino de la jornada proced?an al reparto. No pocas discusiones y trompeaderas produc?an estos repartos.

El 6 de enero, D?a de Reyes, era la ?ltima oraci?n anual en que los
adoradores realizaban su oficio. Por ello se esforzaban en disfrazar con el mayor realismo posible a tres de sus integrantes como los Reyes magos del Oriente y, cantaban, recitaban la huachi, huachi, con el mayor de los entusiasmos. El 7 de enero se acostumbraba a desarmar los nacimientos que se embalaban hasta las pr?ximas Navidades.

Cu?n poderosas son nuestras tradiciones navide?as que a?n persisten,
aunque simplificadas, y conviven con todos los arrestos que la modernidad nos ha tra?do a la Navidad contempor?nea: los ?rboles con luces intermitentes, la cena con pavo relleno y panetones, los Pap? Noel, el incremento comercial que tiene en la Navidad su mejor venta anual con el cuento de los regalos para todos. En fin, como acostumbraban los alarifes de anta?o al concluir sus obras de arquitectura, diremos que todo sea ?para mayor gloria de Dios y de Mar?a Sant?sima?.

Juan Guillermo Carpio Mu?oz

Fuente: www.elbuho.pe

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